El día que derribaron el muro a Edisur
Durante el Encuentro Provincial de Tierras, distintas organizaciones sociales se dieron cita en la toma de tierras de Parque Las Rosas, concluyendo con una intervención contra la máxima desarrollista de Córdoba.
Cobertura ECOS Córdoba
El sábado pasado, una toma de tierras fue sede del Tercer Encuentro Provincial de Lucha por la Tierra. Organizaciones sociales territoriales, comunidades barriales, del interior provincial y del país, asambleas ciudadanas, vecinxs de villas, asentamientos, vecinxs contra el desmonte, todos se hicieron presentes en el sur de la ciudad de Córdoba.
Durante toda la jornada se desarrollaron trabajos en espacios de taller sobre los problemas que afrontan aquellxs que decidieron luchar por uno de los derecho más básicos, y pese a la represión policial y a la poca justicia lxs poseedorxs continúan caminando y compartiendo sus saberes con lxs compañerxs llegados de diferentes territorios del gran Córdoba y provincias vecinas.
Por allá, desde hace un año y dos meses, se viene llevando a cabo una toma vecinal en Villa Parque Las Rosas, frente al barrio René Favaloro. Por detrás de ese espacio repleto de vegetación, huertas, escuelita comunitaria, casas pequeñas, basurales y puestos construidos de distintos materiales, con la presencia de algún que otro carrero, se encuentra el mega-emprendimiento inmobiliario Manantiales, el más grande de la provincia, manejada por el Grupo Edisur.
“Nosotrxs decidimos vivir en un espacio donde podamos tener nuestra huerta y con animales – nos cuenta Karina, una de las vecinas de la toma y madre de tres chicos-. Así queremos vivir. No con un patio de 3×3 donde tu perro va a estar en un rincón. ¡No! Hay espacio, hay tierra. Y la tenemos que usar. Para eso es la tierra: para que nuestros hijos puedan ser libres”.
El espacio donde pisan funcionaba como un enorme basural. “Nosotrxs a esto lo limpiamos a pulmón -sigue contando Karina-. No vinieron máquinas, lo hicimos nosotrxs con palas y picos. Y la gente del otro lado te dice que ahora sus casas se desvalorizaron porque estamos nosotros. ¡Pucha! ¿Y la basura no los desvalorizaba? Para ellxs, tener un basural al frente de tu casa era mejor que tener gente viviendo. Te dicen que no quieren ver por las ventanas a ranchos y villeros. Para ellos, somos gente mala”.
Maco tiene 25 años, está en pareja y con un bebé de seis meses: “El hecho de estar acá es para tener mi casa. Porque realmente, con lo que yo trabajo, es muy difícil comprar un lote. Siendo que esos mismos lotes que se venden son los que fueron usurpados por estos empresarios que los venden. Por ejemplo, Edisur”.
Edisur es la mayor empresa desarrollista de Córdoba. Su dueño, Horacio Parga, es también presidente de la Bolsa de Comercio de la Provincia desde 2010. Uno de sus proyectos es el barrio “Costa de Manantiales”, una extensión de su mega-obra Manantiales, cuyas tierras fueron obtenidas de los terrenos de la actual villa Las Sietes Alcantarillas. Maco señala que los habitantes de “Las Siete Alcantarillas estuvieron viviendo (allí) por más de veinte años. Cada familia, con su chico, tenía una casa, un terreno, donde criaban y vendían animales. Tenían su propia cancha de fútbol, donde hacían mini-campeonatos. Y donde cada hijo de familia tenía su propia habitación”.
Parque Las Rosas es uno de los doce barrios ciudad que creó el gobernador José Manuel de la Sota durante su segunda gestión (2003-2007) como reservorio para vecinxs que vivían en villas y otros asentamientos informales de la ciudad. Según denuncias distintas organizaciones, este plan habitacional delasotista le sirvió a los desarrollistas quedarse con nuevas tierras para realizar sus especualtivos negocios y acrecentar sus ganancias. En el caso de Parque Las Rosas, se creó como destino para lxs vecinxs que vivían en los barrios y zonas aledañas.
“¿Y qué hicieron ellos después? -detalla Maco, en referencia a los funcionarios, y retomando el caso de lxs pibes que fueron trasladados a ese barrio ciudad-. Hicieron una casa de 6×6, con dos piezas de 3×3, un bañito de 1×20, y el resto del espacio que queda es cocina y comedor. O sea, que esos chicos, de entre 10 y 14 años, que diez años después tienen entre 20 y 24 años, ya hemos formado nuestra propia familia. En un terrenito, en donde hoy por hoy, son dos o tres familias que viven en una misma casa. O sea, totalmente inhabitable”.
Recuperar lo ancestral
Reclamar por tierra para la vida digna es recuperar y ocupar espacios propios de comunidades nativas. Es una de la puesta en común de quienes se encontraron en una larga jornada para organizar y darse fuerza en la lucha que se da por el agua y por los bosques. Miembros de comunidades comechingonas -presentes en este recorrido-, apuntaron contra la usurpación por parte de quienes buscan espacio como negocio inmobiliario, al cual los gobiernos y la justicia favorecen.
El concurrido encuentro acordó defender sus territorios en base a la reivindicación de los pueblos indígenas y exigir al Estado, respetar y amparar el derecho a la defensa territorial. Esto significó poner en valor el material usado para construir, las energías renovables a utilizar y la reforestación. El menor grado de daño posible a la «Pacha» implica la convivencia de una verdadera política ambiental. Como lo expresó Hugo Acevedo del Pueblo De La Toma: «No somos dueños de la tierra». Y en ese respeto por la naturaleza, se visibiliza y recuerda que el vecinx no es el enemigo, es víctima de los distintos municipios que buscan hacer negocio con el bien común.
La afectación territorial, visibilizadas desde los distintos valles de de Córdoba, fueron compartidas en un espacio común para conocerse y organizarse. Y en ese mapeo colectivo estuvieron presentes toma de tierras de La Pampa y Neuquén -amenazados por los mismos gobiernos y empresarios que se apropian de manera ilegal de la tierra-. Desde allí, se acordaron las distintas problemáticas que los atraviesa como violencia institucional, barrios cerrados, la seguridad policial al servicio de los empresarios, entre tantas acciones de opresión y discriminación en la acción de «no innovar».
Cae el muro
Como último tramo del encuentro, se llevó a cabo una movilización hacia el emprendimiento Manantiales. Por las calles, y con cánticos de por medio, vecinxs y activistas vinieron gritando a pulmón en la lucha por la tierra y la libertad.
Frente a ellos, un muro de metro y medio que separa al barrio del emprendimiento Manantiales de Edisur. Dentro de ella, un frondoso espacio verde, de alta tonalidad verde, con calles, con algunas viviendas habitadas y establecimientos todavía en construcción.
Ese muro que divide esas dos realidades, ha sido el blanco de la movilización.
Con herramientas a mano, lxs vecinxs dieron sus golpes contra la pared. Golpe a golpe. Finalmente, el muro cayó y logró ser la entrada de lxs activistas hacia el emprendimiento.
Sin ningún incidente, la manifestación se libró por las calles de Manantiales, seguida desde lejos por la policia del CAP y guardias de seguridad privada que atónitos no encuentran respuestas. Al otro lado, se visibilizó una actividad gastronómica musical con puestos en camionetas estilo vintage y nombres en inglés, junta al selecto grupo de vecinxs de Manatiales que llegaron para disfrutar de un particular verde la tarde. Por arriba del escenario musical, se colgó una bandera gigante. Tierra y Libertad será la máxima.
Finalmente, la intervención terminó con el retorno a la toma y una vez mas en una ronda surgen las palabras del Chaco Ojeda, militante y poeta «desde la garganta de un compañerazo» que nos deja con la sensación de que vale la pena luchar como dijo Karina al consultarle si realmente vale la pena sostener esto, responde: “Vale la pena. Porque tengo un techo y vivo tranquila. Ya no tengo la policía, antes la tenía al fondo de mi casa. Sé que mis hijos tienen ahora su propio espacio, su pieza, tengo mi huerta… Sí, vale la pena. Vale la pena seguir luchando por la tierra”.
Álbum de fotos >> #3EncuentrodeLuchaporlaTierra
Video en Vivo desde el 3er Encuentro de Lucha por la Tierra.
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Hoy pasé por esa zona, maravillado al ver que se volvió a levantar el muro y se cubrieron las pintadas. Las construcciones siguen, todo limpio y en orden.