
¡A desalambrar!
El 2 de agosto, los propietarios del country Potrerillo de Larreta, la municipalidad de Alta Gracia, o en última instancia la provincia de Córdoba, deberán cortar los alambres que impiden el acceso al arroyo Los Paredones, principal afluente del río Chicamtoltina.
Por Lázaro Llorens (*).
En Alta Gracia, la ciudad de los jesuitas, el Che, y la casa del virrey, todos están tachando los días del almanaque. ¿La fecha anhelada? Viernes 2 de agosto del 2013. Ese día los propietarios del country Potrerillo de Larreta, la municipalidad de Alta Gracia, o en última instancia la provincia de Córdoba tienen que cortar los alambres que impiden el acceso a el arroyo Los Paredones, principal afluente del río Chicamtoltina; un arroyo que hace 12 años está usurpado por el country “El Potrerillo de Larreta Country-Club”, uno de los country-golf más conocidos de la Argentina. Así lo indicó el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ), el 4 de julio pasado, en un fallo que ordenó el cese de una medida cautelar que hace meses había presentado este barrio privado, propiedad del porteño Alejandro Zuberbühler Larreta, para poder seguir manteniendo cercado, a lo largo de 4 kilómetros, este arroyo, algo expresamente prohibido por ley.
“El arroyo Los Paredones, al ser un curso de agua que corre por un cauce natural que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general, es –en principio– un bien de dominio público y también lo es su ribera interna, entendida como la extensión de tierra que las aguas bañan o desocupan durante las crecidas medias ordinarias”, dice textualmente el fallo del TSJ, que además decidió remitir a los tribunales civiles la causa, para que estos resuelvan la cuestión de fondo de este polémico asunto.
Además de usurpación de un espacio público, hay mucho en juego. En un contexto de crisis hídrica, la única fuente de agua potable que tiene este country-golf es el afluente “Los Paredones”. Con él tiene que abastecer a 240 pudientes familias, que viven en suntuosas propiedades, y regar su publicitada cancha de golf. Al respecto, según un informe de la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia, este country, cuyo ingreso incluye una vieja arcada de piedra jesuita, consume unos 100 millones de litros de agua por año. Esto es unos 3 litros de agua por segundo, de los cuales un 87%, es decir 87 millones de litros, son usados únicamente para regar la cancha de golf que es la esencia de este negocio inmobiliario.
“El country tiene de unas 440 hectáreas. Es casi un tercio de Alta Gracia. En él, el arroyo ‘Los Paredones’ pasa justo por el medio del terreno, y parte la cancha de golf en la mitad. Para nosotros es un afluente muy importante, porque además de estar vinculado a nuestra identidad, está al pie del monte, donde se genera agua y retiene lluvia. Por eso tiene un impacto directo en la ciudad que también se nutre de este río”, explica el teólogo y ambientalista Pablo Catania, uno de los principales referentes de esta causa y de la agrupación “Todos Por Nuestros Arroyos”.
Sus palabras son apoyadas por Guido Faoro, conocido artista local, quien con su camioneta nos lleva a recorrer el lugar. “En el 2011, luego de 10 años, la provincia había quitado los alambrados. Pero un año después, sus propietarios presentaron una medida cautelar ante el Tribunal Superior de Justicia solicitando poder alambrarlo nuevamente. Su pedido fue aceptado con el argumento de que cuando estuvo abierto el alambre, dentro del country hubo robos, a pesar de que las denuncias policiales no decían nada al respecto. También decían que nosotros habíamos hecho desmanes cuando cruzábamos el río. Lo cual era mentira, dado que fuimos nosotros los que tuvimos que soportar los agravios de ellos cuando íbamos a recuperar el lugar”.
Al respecto, la impunidad con que se ha manejado el country, cuyas tierras fueron propiedad del escritor aristocrático Enrique Larreta, casado con Josefina Anzorena, ha sido desvergonzada. Por eso, a lo largo de todos estos años, vecinos de Alta Gracia, fuera de micrófono, aseguran que detrás de este megaemprendimiento, que además de lujosas propiedades y cancha de golf, tiene pista de aterrizaje de helicópteros y un hotel, están encumbrados funcionarios del gobierno provincial, como el actual ministro de Obras Públicas, Hugo Testa. Incluso algunos altagracienses juran y perjuran haber vistos los rostros de Hugo Moyano, Mauricio Macri, y hasta el mismísimo José Manuel de la Sota sobre el césped de la cancha de golf del “Potrerillo de Larreta”.
“El arquitecto Ignacio Zuberbühler, nieto de Larreta, heredó estas tierras y en el año 1995, junto con sus hijos, comenzó con un proyecto familiar de un resort y un country club, contando dentro de este proyecto un campo de golf de 18 hoyos que recorre arroyos y morros, pensado para todo nivel de jugadores (….) Es una característica del campo de golf de El Potrerillo de Larreta el arroyo que entra en juego en 5 de los primeros 9 hoyos, dándole una dificultad muy notable”, dice textualmente la página web del country (http://www.potrerillodelarreta.com), desobedeciendo lo fijado por el Código de Aguas, la provincia, y la Justicia, que dicen que todos los cursos de aguas son de dominio público.
Así lo entendió, por ejemplo, la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la provincia, en una resolución de dictada 7 de junio del 2011, donde ordenó sacar los alambres, y que luego fue revertida por los propietarios del country, mediante la cautelar. “Se evidencia una clara transgresión, en el tramo del arroyo Los Paredones que se encuentra comprendido dentro del predio denominado ‘Potrerillo de Larreta’, debido a que el citado arroyo se encuentra cercado en su ingreso y egreso por medio de alambrados transversales al mismo, en transgresión de la normativa vigente que afecta al dominio público provincial, según lo establecido en el artículo 2340, inc. 3 del Código Civil; Artículo Nº 2 de la ley provincial Nº 8548 y los artículos Nº 2, 3 y 146 de la Ley Provincial Nº 5589 (Código de Aguas). Por lo que deberá proceder a retirar de manera inmediata todo tipo de alambres y/o obstáculos que invadan u obstaculicen el acceso al dominio público”, estipula.
Quien no lo entendió así parece ser el Tribunal Superior de Justicia, que en el fallo del 4 de junio pasado, si bien decidió dar por caída la cautelar ordenando el desalambre del arroyo, increíblemente no resolvió la cuestión de fondo, que es la usurpación o no del espacio público por parte del country. Por tal razón decidió remitir la causa a los tribunales civiles de primera instancia, para que se expidan sobre la polémica cuestión, dilatando aún más su resolución llena de chicanas jurídicas.
“El año que estuvo abierto, el grupo Todo por Nuestros Arroyos, junto a otros sectores, empezamos a hacer caminatas de relevamiento. Las hacíamos para ver todos los problemas que tenía el arroyo a lo largo de los cuatro kilómetros que atraviesa el country y denunciar lo que íbamos encontrando. De esta manera, como una propuesta de trabajo, creamos el ‘Paseo de los Paredones’. Un espacio de recuperación del arroyo para que la gente sienta como propio el lugar”, cuenta Pablo, parado frente al afluente, en medio del despiadado frío que nos azota. Él sabe que nada será fácil. “El loteo está configurado según el trazo natural del arroyo. La cancha de golf, por ejemplo, y esta es una de las irregularidades que notamos, está dentro del espacio público. Además, hay puentes para los carritos de golf que cruzan el río, con lo cual para ellos reconfigurar la cancha va a ser una complicación muy grande”.
Al respecto, Guido añade que desde el country jamás se prestaron para el diálogo con los vecinos. “Una vez vino el abogado representando a la familia –comenta–. Vino a tratar de hacer una conciliación. Fue la única vez. Además, cada vez que ellos se enteran de que nosotros vamos a reunirnos en el lugar llaman a la policía. Una vez hasta llamaron a la Gendarmería para desalojarnos, siendo que ellos son los usurpadores”.
En toda esta historia, no ajena a la que padecen casi todas las localidades aledañas al Gran Córdoba, que están siendo avasalladas por los barrios privados, el gran ausente es el Estado municipal, actualmente a cargo de Walter Saieg, un delasotista de paladar negro. El intendente delasotista nunca intercedió de manera firme en el asunto, a pesar de las claras violaciones al derecho público. Recién en mayo de este año, luego de que la agrupación “Todos por Nuestros Arroyos” realizara una convocante marcha por las calles de Alta Gracia, y las encuestas mostraban una posición favorable de los vecinos en esta causa, haciendo pantomima, decidió interceder en la disputa. Par ello firmó el decreto 446/13 donde designó a su secretario de Asuntos Municipales, Roberto Urreta, para que “participe” en “la audiencia de conciliación” dictada por el Tribunal Superior de Justicia en el conflicto entre Potrerillo de Larreta Country Club y la provincia por el arroyo Los Paredones. El propósito de esta participación, según el decreto, era “lograr la mejor resolución al conflicto planteado, acordando acciones materiales para deslindar el dominio público y dominio privado”, a pesar de que la provincia ya tenía una postura contundente sobre este tema.
Previo a esto, en el 2011, a días de asumir su mandato, a pesar de que la causa ya estaba dirimiéndose en la Justicia, el intendente delasotista había propuesto crear una “comisión investigadora” para ver de arreglar de algún modo el asunto. Iba a estar integrada por la provincia, los propietarios del country, la agrupación “Todos por Nuestros Arroyos”, el fiscal Emilio Drazzile y el municipio, pero nunca prosperó. “Sobre esta comisión, nosotros dijimos que no es un tema de mediación, ni de negociación, sino que es un tema que debe resolver la justicia. Nosotros somos un grupo que denunciamos y proponemos. No somos un ente oficial, ni representamos a nadie. Además creemos que a ninguna persona imputada se le da semejante privilegio de conformar una comisión investigadora donde ella sea parte”, explica, con claridad y simpleza, Pablo. Luego añade: “Lo más importante, las tenazas que cortan los alambrados de la impunidad son la participación popular. Nosotros queremos que lo que vayamos logrando, con mucho esfuerzo, sirva de motivación para otros problemas que hay en la ciudad. Que la gente no se acostumbre a esa idea de que bueno… de que son tales… que son poderosos… y se resigne. Al contrario, queremos que luchen por sus derechos y que lo hagan más allá de lo que piensan partidariamente. Porque las cosas se puede transformar y cambiar”.