
En la república unida de la Soja, y en Malvinas Argentinas
Por Julia Espina especial para @ECOSCórdoba
En 2012, el nombre de Daniel Arzani -el intendente del pequeño municipio cordobés- ha ganado cierto renombre, de la mano de un conflicto internacional que pone en tela de juicio el sistema alimentario. Arzani también se ha encontrado con un obstáculo insalvable: la ilegalidad evidente de los permisos otorgados por su gestión y la provincial a una semillera de Monsanto. Con el rechazo de la población cordobesa y el acompañamiento de organizaciones de todo el mundo, la construcción no pudo avanzar por sobre un acampe/bloqueo que lleva más de un año resistiendo. A principios de 2014 la Secretaría de Ambiente le rechazó el informe de impacto ambiental a la empresa y sumado a esto, la obra fue detenida por la justicia. Ahora, el funcionario radical saca otro as de la manga: Bimbo. ¿Que tienen en común ambas corporaciones multinacionales? El trabajo esclavo, la evasión fiscal dentro de mercados monopólicos, los engaños a la población, y el uso de transgénicos y agrotóxicos.
Una pareja catalana arribó a México a buscarse la vida a principios del siglo 20. Fundaron, en 1928, la pastelería «El Molino». Hijo de ese matrimonio panadero, Lorenzo heredó el negocio a temprana edad. En 1945, Lorenzo Servitje inaugura la empresa de panificación Bimbo S.A. Lejos de la humilde pastelería familiar, en 1980 Bimbo comienza a cotizar en la bolsa de valores mexicana. En los últimos cinco años ha adquirido panificadoras por todo el mundo, las más grandes de cada país donde opera el Grupo, y finalmente ha logrado su meta: consolidarse como la corporación panificadora más grande del planeta. En esta escalada, ha tenido que ajustarse a las reglas antimonopolio de cada nación, algunas estrictas y otras endebles. Así es como en España domina el 39% del mercado, no pudiendo tener más marcas. En Argentina, el Grupo Bimbo compró el 100% de Fargo, con lo cual controla el 61% del mercado. La transacción se dió a través de maniobras como mínimo sospechosas, ya que Fargo había caído en manos de un fondo de inversión – The Exxel Group- a fines de los años 90. En ese momento fue adquirido por un consorcio de bancos y terminó siendo propiedad de Chico Pardo, quien vendió el 30% de las acciones a Bimbo y firmó una opción de venta por las restantes, operación que se realizó en 2011. En su tierra natal, Bimbo acapara el 95% del mercado de pan empaquetado, 98% en pan dulce y 99% en pastelitos. No existe competencia posible.
Año 1901. Otra pareja, esta vez en Estados Unidos. El químico John Francis Queeny y su mujer Olga Méndez Monsanto comenzaron una pequeña empresa que distribuía edulcorantes a Coca-Cola. Al igual que su par mexicano, comenzó a interesarse en ampliar su mercado y eliminar competencia de la manera más rentable: comprándola. Monsanto pasó del negocio de la sacarina, al de la química industrial y de los plásticos y resinas. Incursionando en el aspartamo, somatotropina bovina, hasta el mercado actual de los alimentos transgénicos. Junto a Bimbo, ocupan las porciones de Europa que aún permiten estos cultivos genéticamente modificados: España, Portugal y República Checa, además de China y Latinoamérica, que aún tienen políticas permisivas al respecto.
Tras su conocido logo del osito panadero, Bimbo esconde en las sombras su verdadero rostro. Además de su conducta monopólica, no trata mucho mejor a sus empleados: contratos basura, rotación permanente entre plantas, turnos sin fines de semana, trabajo tercerizado, frecuentes accidentes laborales, persecución ideológica, despidos injustificados y violaciones a normas de seguridad e higiene que terminan en la muerte de trabajadores. En abril de 2010 fue multada por 230 mil dólares por falta de seguridad laboral, que ocasionaron accidentes y derivaron en amputaciones a trabajadores. La sanción se aplicó a tres plantas de Estados Unidos, debido a que las inspecciones revelaron que la empresa cometió más de 20 violaciones en panificadoras de California. Al respecto opina Len Welsh, el director de CalOsha (oficina de Seguridad y Salud Ocupacional de California):
» Creemos que hay problemas sistemáticos que han resultado en que numerosos trabajadores sufran amputaciones debido a equipo sin provisiones. Nuestra principal preocupación es la seguridad de los empleados y las medidas que Bimbo tendrá que tomar para proporcionar un ambiente de seguridad laboral”.
Existen acusaciones similares contra Bimbo en países latinoamericanos. En septiembre de 2011 un trabajador de 32 años murió en la planta de Pilar, Argentina, mientras realizaba tareas de mantenimiento en un tanque de fermentación de levadura. En marzo de 2012 se dio una serie de paros laborales en una planta uruguaya de la panificadora, tras 3 años de conflictos. Los trabajadores reclamaban un seguro de vida para camioneros y un cambio en el sistema de salario, ya que la empresa les pagaba por comisión de ventas imposibles de alcanzar, lo que derivaba en rebajas indirectas de sueldos. La empresa no los reconocía como sindicato, y tras una serie de paros los obreros recibieron telegramas de suspensión a las 11 de la noche. La situación culminó en un acampe impidiendo la salida de mercadería para la venta, la empresa hizo una denuncia penal contra los 8 delegados por los 10 millones de pesos uruguayos perdidos por dicha medida de fuerza. Finalmente Bimbo accedió a enviar el seguro de vida a 300 chóferes. Dos meses después, en la misma planta de Pilar, el 100% de los trabajadores se movilizó en un paro total, reclamando un aumento del 30% alegando salarios paupérrimos.
Pero eso ya no sorprende mucho, prácticamente es común a todas las grandes empresas. Lo novedoso de Bimbo son las huellas que deja en la política mexicana. Y como si se tratara de una novela berreta o un macabro juego de palabras, el partido favorecido por el apoyo firme y el dinero constante de la panificadora es el PAN (Partido Acción Nacional). Esto ha llevado a la población de México a acusar a Bimbo de fraude electoral.
Escuchar Audio >> http://www.jornada.unam.mx/2009/06/03/audios/035n1cap-1.mp3
Tal como narra el alma mater de Bimbo, Lorenzo Servitje, su campeón para luchar en las contiendas electorales fue Alberto Cárdenas Jiménez, quien no logró el trono presidencial pero fue a terminar como secretario de Agricultura. Nada es casual en el mundo de los negocios, ya que esa secretaría es primordial para Bimbo y su materia prima transgénica: soja, maíz y trigo.
Otra característica común a las corporaciones de esta envergadura es la evasión fiscal. Bimbo no se queda atrás, y logra destinar cantidades importantes de dinero a financiar campañas políticas ya que los impuestos que paga son irrisorios. En México, relata la diputada Alcalde Luján, “el caso de Bimbo es aún más grave, pues de los 173 mil 139 millones de pesos que gana al año, aporta al fisco apenas 1.2 por ciento. En cambio, una papelería, por ejemplo, que gana 50 mil pesos al mes, paga 11 mil 200 pesos en impuestos. Es decir, aporta al fisco 22.4 por ciento de sus ganancias. Si pudiera consolidar como Bimbo pagaría 500 pesos”. Bimbo no resulta beneficioso para sus trabajadores, ni para el Estado. Como sus pares corporativos, los únicos beneficiados son ellos mismos y políticos afines.
¿De qué están hechos los panes Bimbo?
De publicidad engañosa, sin duda, Bimbo sabe casi tanto como Monsanto. A principios de 2009 fue multada en Perú por engañar a los consumidores con su falso pan 100% integral. Poco después, en Agosto del mismo año, fue sancionada por lo mismo en Panamá. También fue denunciada en Venezuela y México. La empresa cambió los empaques y las etiquetas, pero no pudo revertir la pérdida de credibilidad.
“Bimbo debe entender que los consumidores comienzan a resistir el bombardeo publicitario. El futuro de las empresas de alimentos procesados está en la oferta de productos realmente saludables, en la transparencia informativa y en el respeto a los consumidores”, indicó Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor de México. Tales palabras son perfectamente ajustables a Monsanto.
«Frente al proceso globalizador los gobernantes de este país incurren en distintas dispraxis por desinformación, ignorancia o presiones de grupo y velan más por el interés privado que por el interés nacional y por lo tanto los monopolios Maseca, Gruma, Cargill y Bimbo tienen controlado el campo mexicano», señaló el investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Jorge Alberto Witker Velázquez.
Diferentes nombres, las mismas mañas. Monsanto y Bimbo parecen tal para cual, en este romance corporativo en el que Arzani juega de Celestina. Pero tras ellos, Cargill mueve los hilos.
Deja una respuesta