
Elecciones, democracia, corrupción y salud
A días de las elecciones de las PASO, un análisis sobre la denuncia de fraude electoral en la ciudad de Malvinas Argentinas, lugar donde ocurrió el conflicto contra Monsanto.
Por Lea Ross | @LeandroRoss
Un reciente informe periodístico, redactado por los periodistas Florencia Gordillo y Ricardo Heurtley en colaboración con Open Data Córdoba, reveló la existencia de domicilios ficticios en la localidad cordobesa de Malvinas Argentinas, con la finalidad de alterar el padrón electoral durante la elección municipal de 2015. Se trata de la misma ciudad donde la multinacional Monsanto pretendió instalar la fábrica seleccionadora de semillas más grande de América Latina, finalmente echada por la enorme presión social de ese entones.
En aquel año, el partido oficialista de la Unión Cívica Radical había obtenido un nuevo triunfo, pero perdiendo casi la mitad del porcentaje de votos que juntaba habitualmente cada cuatro años. Esos votos se volcaron principalmente hacia el flamante partido Malvinas Despierta, compuesto por algunos vecinos que participaron en la lucha contra Monsanto. Esto permitió que el Concejo Deliberante dejara de estar conformado por seis oficialistas y un opositor (habitualmente, del partido peronista), para pasar a estar integrado por cuatro contra tres concejales.
Según el informe mencionado, el padrón de Malvinas había crecido 41% en cuatro años, cuando la media provincial era de 11,37%. La mitad de esos nuevos electores ingresaron en 2015, año electoral.
“Lo primero que llama la atención -dice el informe- es la tierra: sólo hay tres calles asfaltadas que delimitan el centro de una ciudad plana con falsos edificios: apila electores en domicilios inexistentes, como en la calle San Martín sin numeración donde en 2015 estaban registradas 65 personas con esa dirección en su DNI”. Un detalle urbanístico que ventila el olor a fraude electoral.
Siguiendo con el trabajo periodístico: “Al cruzar los datos de los padrones de 2013 y 2015 aparecen cambios de domicilios de vecinos que viven en Floresta Sud, Floresta Norte, Arenales o El Quebrachal y votan en Malvinas Argentinas. Barrios que pertenecen a la ciudad de Córdoba y están separados por una calle o una ruta de la ciudad donde tienen domicilio electoral. Como resultado, se sumaron 371 personas a los padrones del 14 de junio de 2015, cuando el oficialismo ganó las elecciones por una diferencia de 439 votos”.
Fueron quince los domicilios donde en 2015 estaban registradas más personas que la media. También sobresalen el nombre de calles acompañados con “s/n” o “sin número”. Finalmente, el trabajo periodístico recolectó testimonios en primera persona, donde se revela la entrega de dinero y bolsones. Como así también, la sospecha de un supuesto acuerdo entre el municipio y las empresas de remises, por el cual los remiseros habrían realizado viajes gratis a cambio del reintegro en exención de impuestos.
Los casos de corrupción han venido floreciendo en Malvinas. Un par de meses antes de la elección, la Justicia había realizado una serie de allanamientos en la ciudad, incluyendo las oficinas de la Municipalidad, por la causa del fraude de la Cooperativa El Progreso, donde se estafó a más de setenta personas con la esperanza de tener la casa propia. También se había allanado la vivienda particular de Daniel Arzani, el eterno caudillo de Malvinas y quien, por primera vez en ese año, decidió ceder su candidatura a su prima Silvina González, aunque uno de sus hijos mantiene el cargo de la secretaría de Gobierno.
Hoy Arzani es el Secretario General del intendente de la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre. Mantiene su imputación por parte de la Fiscalía Anticorrupción por habilitar a Monsanto instalarse en tierras que no lo permite la Ley de Uso de Suelo. Como así también, una denuncia por utilizar un teléfono celular pagado por el municipio de Malvinas, es decir, con los impuestos de los propios vecinos.
Arzani es uno de los pocos funcionarios de Mestre cuyo patrimonio declarado supera la barrera del millón de pesos. A pesar de que su pueblo es el más pobre del Gran Córdoba. El censo 2008 señala que el 36% de la población malvinense está desocupada. La cuarta parte de los hogares no cumplen sus necesidades básicas. Y más del 70% de la población no tiene cobertura de obras sociales.
Hay tres escuelas primarias y dos secundarias. No hay centros vecinales. Cuando un vecino realiza una denuncia sobre algún problema en el barrio, lo hacen en el propio municipio. El establecimiento de la Municipalidad es el que ha centralizado toda acción social que quiera realizar un vecino a la hora de enfrentar una problemática. Por lo menos antes de que ocurriera el conflicto con Monsanto.
Según un relevamiento de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, el agua que se suministra a los vecinos es de mala calidad: es salitrosa y con mal gusto, color y olor. El servicio se brinda mediante fuentes subterráneas, y se distribuye por red domiciliaria por una cooperativa que tiene el monopolio de los servicios. No hay servicio de redes cloacales, cada casa tiene su pozo negro. Aún así, hay tres fábricas pegadas, en la localidad, más la nueva planta de Bimbo. Y los padres de familia buscan trabajo en otras ciudades, especialmente en la Capital.
Según un informe titulado “Análisis de la Salud Colectiva Ambiental de Malvinas Argentinas – Córdoba” (2013), realizado por docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba, Malvinas Argentinas se encuentra en estado de grave vulnerabilidad. Las enfermedades más recurrentes son las dermatológicas, patologías respiratorias, problemas reproductivos, abortos espontáneos, cáncer y tumores, malformación congénitas, entre otras asociadas a los agrotóxicos, donde el mayor número de casos se concentra en la población que vive cercana a los campos que se fumigan.
“Los estudios han revelado que no hay una seria política de salud y atención sanitaria del Municipio. Es un pueblo que no cuenta con una atención apropiada, tiene una nula atención mental y por ende hay mucha precarización. Esto sucede como en muchos otros pueblos o ciudades de nuestro país porque tenemos un sistema de salud basado en la enfermedad y no en la prevención”, explicó la doctora Luciana Ruderman.
En mayo de 2014, se confirmó que parte de los habitantes de Malvinas Argentinas poseen agroquímicos en la sangre. Este resultado fue obtenido a partir de un estudio de análisis de sangre a diez pobladores que habitan en esa localidad y que siete tuvieron resultados positivos. El trabajo fue hecho por la Universidad de Buenos Aires, ante la negativa de la municipalidad de Malvinas Argentinas y del gobierno de la Provincia para hacer estudios en la población. Los análisis determinaron que la sangre de esos siete pobladores contenía residuos persistentes como Aldrin, Dieldrin, DDT y Beta HCH. En la actualidad, todos estos plaguicidas están prohibidos.
El diagnóstico de salud de un pueblo normalmente es el espejo de cómo funciona su democracia. Y más cuando en el mismo emerge un conflicto socioambiental como fue el de Monsanto. Ya con la multinacional afuera, el pueblo convive con la noticia del fraude electoral. A pesar de eso, el espectro de nociones sobre cómo interpelar la realidad se ha descentralizado. Malvinas tiene nuevas fuerzas políticas alternativas, la toma de conciencia sobre el agro-negocio se acrecentó y hay más espacios para emprender distintas actividades sociales y culturales.
La salida de Monsanto le permitió a Malvinas Argentinas ser un poco más democrática.
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