
Por la soberanía de nuestros pueblos
Se cumplen un nuevo aniversario de lucha y de conflicto para el pueblo de Malvinas Argentinas en contra de la instalación de Monsanto. 24 meses de unión de vecinxs en Asamblea, en el esfuerzo cotidiano de hacer valer sus derechos.
Por Melina Dassano | @melidassano
Lxs vecinxs de Malvinas Argentinas se reunieron en asamblea un 24 de julio de 2012 para debatir e informarse sobre quién es Monsanto, la semillera transgénica que pretendía instalarse en su comunidad. Como en muchos otras regiones, comenzaron a rechazar la propuesta que los gobiernos impusieron como modelo de desarrollo para la ciudad. No con el miedo. Sí con la certeza y las pruebas que altera el equilibrio socioambiental del lugar.
Hoy se cumplen dos años de La Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, herederos de un conflicto que los pobladores señalan como ilegal en el momento que se intentó poner por la fuerza a la multinacional en la comunidad. Dos años de estar haciendo uso de sus derechos constitucionales en la defensa de los recursos naturales, aún no reconocidos.
Mientras la empresa insiste en la presentación de un nuevo Estudio de Impacto Ambiental respetando la nueva ley de “Convivencia Ambiental”, sancionada antes de dicha apariencia; el pueblo, profesionales y legisladores sostienen que no se hace cumplir la norma, desde el polémico artículo 20 que trata la Licencia Ambiental a la empresa. Se reclama hasta la ley que regula el uso del suelo en la Región Metropolitana de Córdoba, donde se ha pedido por tal motivo que se anule -en reiteradas oportunidades- el “aviso de proyecto”, presentado antes del rechazo del EsIA de la empresa Monsanto.
Las empresas transnacionales trabajan “de la mano” con los gobiernos -sostienen las organizaciones- como una manera de expresar la problemática que se vive en todo el continente latinoamericano. Por su parte, la asamblea sigue ejerciendo un modelo de resistencia legitimado y reconocido ya a nivel mundial por organizaciones de derechos humanos, sociales, individuos y hasta el Defensor del Pueblo de la Nación, siendo un mecanismo que le ha permitido a la población ejercer el derecho y ha sido efectivo, porque han logrado detener las operaciones de Monsanto al intentar instalar una de las dos fábricas más grandes del mundo.
La Asamblea espera para resolver el conflicto que el Gobierno reconozca el error de haber concedido la licencia de explotación y que esa decisión fue tomada violando la ley, puesto que las comunidades afectadas no fueron consultadas, por lo que habría que cancelar la licencia. Y previo a la nueva Ley aceptar que como representantes del pueblo, esto se trata de una decisión política a preservar la salud de los cordobeses y en particular de la localidad de Malvinas Argentinas.
Está demostrado por polítologos y sociólogos que el modelo de producción que imponen en nuestro país altera la paz social y generan conflictividad enfrentando a la misma población en beneficio de unos pocos.
A pesar del derecho a reclamar, ¿por qué tanta violencia? El sistema productivo que se desarrolla en Argentina contempla un desarrollo industrial del cual depende del grano, en su mayor producción sojera, una materia prima estratégica en el comercio global de los agronegocios. Argentina es el tercer país en materia de producción de semilla transgénica, como producto alimenticio e industrial y Monsanto tiene el 90% de las acciones. Las consecuencias negativas de los monocultivos son una realidad no sólo en nuestro país, sino también en el impacto en la biodiversidad en el mundo. Un negocio lesivo que vulnera los derechos de las comunidades locales, los campesinos, el derecho a la alimentación sin toxinas y las graves causas de deforestación e inundaciones. Según el Forum Permanente de Asuntos Indígenas de Naciones Unidas, 60 millones de indígenas en el mundo corren riesgo de perder sus tierras y medios de subsistencia.
Luego de intensas jornadas protagonizadas por la Asamblea, celebrarán el próximo 4 de agosto una movilización y festival con numerosas organizaciones en su mayor logro y desafío, además de la vida, posicionar el debate internacional en la escena local y en los movimientos sociales, el principio de la soberanía alimentaria – el modelo productivo- como derecho de nuestros pueblos a decidir las características del modelo agro-alimentario, un mundo rural vivo -como lo proclama la vía campesina-, una agricultura campesina a pequeña escala, nuevos circuitos de comercialización, el control democrático sobre los medios de producción establecidos, en consecuencia a la lucha por la igualdad en la distribución de la tierra que se viene dando en el mundo.
Notas Anteriores: Balance del año: “Hemos crecido”
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